viernes, 3 de febrero de 2017

EDUCACIÓN EN ATENAS

Educación en Atenas 

Atenas representa el origen de la democracia, el esplendor de la civilización griega durante el siglo V a. C., época en la que crearon sus obras los grandes filósofos Sócrates y Platón, los trágicos Esquilo, Sófocles y Eurípides, los historiadores Tucídides y Heródoto y el escultor Fidias.
Este modelo educativo ateniense resume aportaciones de las diversas paideias griegas; de la homérica recibe el enfoque aristocrático concebido como nobleza espiritual más que de grupo social, de una areté de doble vertiente, espiritual y física, extendida a todos los ciudadanos. Los griegos consideraban que Homero enseñaba todo lo que debía saber un hombre digno de tal nombre: las actividades de los tiempos de paz y de los tiempos de guerra, los oficios, la política y la diplomacia, la sabiduría, la cortesía, el valor, los deberes hacia los padres y hacia los dioses.
El carácter democrático que debe tener la educación, un derecho y una obligación para todos los ciudadanos, cuyo trabajo privado, en su ámbito profesional se valora por su importancia en la construcción de la comunidad, de la polis. De esta raíz popular deriva el concepto de justicia -diké- como ley o derecho elaborado por el conjunto de ciudadanos; cualquier violación de la ley -el desprecio del derecho- causa una honda perturbación en el ámbito privado de la persona y en la sociedad. Atenas toma de Esparta el sentido comunitario que impregna la educación y la vida cotidiana de los espartanos que cumplen con agrado y obediencia sus deberes en la gestión pública de los asuntos de la polis. De la paidea jónica nace en Atenas el concepto de libertad ciudadana, de una educación cívica y política que ha de formar buenos ciudadanos mediante el ethos (carácter) de respeto a la ley surgida, elaborada, por la comunidad. A todas estas aportaciones previas, los atenienses suman su búsqueda del equilibrio entre la comunidad y el individuo, y una educación cívica que fomente la honestidad, la decencia y el respeto de las leyes de la polis.
No olvidar que, pese al avance que supuso la democracia ateniense, solo disfrutaban de derechos cívicos y políticos los ciudadanos, y éstos eran una minoría que excluía a los extranjeros o metecos, a las mujeres y a la masa de esclavos que trabajaban para sus democráticos amos.
Las nómoi, las leyes que elaboran los ciudadanos para proteger el bien común, son el fundamento de la vida política ateniense y, por tanto, de la educación. En las escuelas elementales, en los gimnasios y en los simposios -banquetes donde los ancianos transmitían la sabiduría a los jóvenes-, en todas estas instituciones educativas se pretendía formar buenos ciudadanos educados en el respeto y la comprensión de la ley, debían conocer y entender los motivos que justificaban y convertían en sagradas las leyes: el 
La formación del ciudadano debía, por tanto, de ser moral, espiritual, formar al alumno en la mentalidad de servicio a la polis, y a la vez física. La educación del cuerpo y del alma, la Kalokagathía, tomaba de Homero la areté física, a cargo de los paidotribes, en la que la educación gimnástica fortalecía y embellecía el cuerpo, a la vez que ayudaba a formar guerreros que defendieran la polis en caso de guerra. La areté espiritual, impartida por los citaristas, daba gran importancia a la poesía, la danza y la música, cumplían un papel de catarsis, purificaban y transformaban el alma de los alumnos. Antes de acceder a esta formación superior, los niños recibían los rudimentos de lectura, escritura y cálculo en las escuelas a cargo del maestro grammatista.


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